sábado, 27 de febrero de 2010

Un poco de autobombo (con las disculpas del caso)



Un poeta que enamora

Morocho, porteño y buen mozo. Escribe unos poemas que son como susurros en el oído del alma. Su poesía reviste las formas clásicas, especialmente el soneto en versos endecasílabos, que muchas veces combina con heptasílabos, lo que confiere a sus poemas una mayor contundencia en el ritmo, potenciando la belleza del discurso poético. Sin perjuicio de ello, emplea con idéntica solvencia diferentes metros y combinaciones de rima. Pero lo que seduce en la obra de Carlos es, sin duda, la elegancia del lenguaje que emplea, la fluidez de sus versos y su talento para vestir con el traje clásico y riguroso del soneto -o de otras formas sujetas a métrica y rima- una poesía moderna, actual.

Sus poemas figuran en diferentes páginas de la red virtual y en prestigiosas revistas literarias. En 2007 ha publicado Llevarás en la piel (Ed. De los Cuatros Vientos) y en la actualidad prepara un poemario que se editará próximamente.

Estoy convencida de que leer a Carlos nos puede cambiar el humor de la tarde, volvernos más dulces y más buenos u obligarnos a buscar a aquellos que amamos.

Uds. dirán si les sucede lo mismo. Aquí lo tienen.

Rafaela Pinto. (Artículo publicado en la Página Virtual "Medios en la Red")

domingo, 7 de febrero de 2010

Inventario


Nicoletta (la grande)

Quema, roza, besa, hunde, arrasa,
muerde, toma, pide, siente, toca,
dedos, labios, muslos, brazos, boca,
fuego, llama, lumbre, leñas, brasa;
quita, prueba, rasga, roba, pasa,
niña, dama, hembra, virgen, loca,
playa, viento, suma, resta, roca,
cerco, lazo, cárcel, nudo, casa;
gota, llanto, sangre, pulso, savia,
odio, riña, lucha, celos, rabia,
grita, miente, calla, late, hiere;
tacto, roce, luto, carne, duelo,
pena, llaga, rito, beso, cielo,
rige, ruega, manda, mata, muere.

lunes, 1 de febrero de 2010

Frágil


La imagen pertenece a Marina Lie

Ella suele llorar por cualquier cosa,
una tarde de frío la acobarda
y el beso, cuando tarda,
y el pétalo marchito de la rosa;
que no muera ninguna mariposa,
ni el ángel de la guarda
desencante de amor su fe gallarda
de luz esplendorosa.
El silbato de un tren la desmadeja
y el otoño le enreja
cielo y casa,
un domingo de dos se desordena
y se escombra de pena
en medio de una lluvia que no pasa.


Incluido en el Libro Llevarás en la piel.