Viento y brasa
con un gesto de culpa indefinida,
lleva puesta en la boca, consumida,
el oceánico peso de una hoguera.
Se alisa la pollera,
lo mismo que los pliegues de una herida,
y él, con celos de dicha contenida,
la toma fatalmente prisionera.
La desnuda en las sombras, viento y brasa,
simiente de la carne y de los huesos,
y sus dedos parecen alfileres.
A pasos de su casa
se quita las caricias y los besos
con un suave dolor de atardeceres. ©
Del libro Llevarás en la piel.
Recitado en Radio UAI.